Violencia contra las mujeres, feminismo y nuevas masculinidades en tiempos de Covid-19

Con la emergencia sanitaria por la COVID19, se puso en pausa obligada lo que parecía ser una conquista de las plazas públicas por el feminismo y su expresión concreta lo mujer, como concepto político y social del continuum que es el género. Pronto, con las medidas de distanciamientos físico y la idealización discursiva del hogar como el sitio seguro ante la pandemia, se evidenció que la violencia contra las mujeres es un asunto de salud pública que requiere acciones. El confinamiento aumentó en un 60% la cifra de llamadas de emergencia a causa de la violencia en el hogar, principalmente hacia mujeres y niños. “Refugiarse” significó para un gran número de mujeres mantenerse en el mismo espacio que su agresor.

Con la reconfiguración ineludible que inició al hacer de la casa el lugar del trabajo de todos, se da una vez más la imperiosa necesidad de constituir nuevas masculinidades; no únicamente por la seguridad de las mujeres, sino para la contribución de los hombres más allá de ser los breadwinner, de su colaboración en las labores no remuneradas, de quehaceres y de cuidado de los familiares e hijos. Ellos también pueden, deben y quieren…

El reto más significativo en materia de violencia hacia las mujeres es deconstruir la idea del hogar, la familia y el matrimonio; encontrar y accionar otras formas de refugio que no dependan de una falsa idea del hogar, pues las desigualdades entre hombres y mujeres se recrudecen tras su puerta. ¿Cómo comprender las bases sociales y emocionales que mantienen a la víctima con su victimario?, ¿cómo pasar de un sistema de atención a un sistema de prevención?, ¿por qué la emergencia sobre la violencia de género es menospreciada si cobra tantas víctimas?, ¿qué pasa con las instituciones de justicia y atención, porque no se puede arrestar al coronavirus, pero sí al responsable de un feminicidio?, ¿cómo reconstruimos la sociedad como un espacio seguro para las mujeres?

La pandemia ha devuelto al hogar a hombres en diferentes situaciones. Lo anterior, supone un reto importante en la sociedad poscapitalista; constituir el hogar como espacio de descanso y, en la mayoría de los casos, como lugar para dormir y estar esporádicamente, pero la casa se convirtió en una celda de confinamiento de los géneros. La violencia de género tiene como protagonista: el hombre en casa. ¿Cómo podemos reaprender a los géneros, especialmente a la masculinidad?, ¿es papel del Estado o de la sociedad?, ¿cómo aprovechamos el confinamiento para reeducar a los adultos y a los niños?, ¿cómo reflexionar y socializar las muchas maneras de construirse hombre?, ¿cómo superar la dicotomía de lo femenino y lo masculino?, ¿qué pasa con los también miembros de la sociedad como la comunidad LGBTI+ y las personas que viven con VIH?, ¿cómo se atiende y cómo se discrimina a los afrodescendientes y personas de alta etnicidad?, ¿las personas con discapacidad ya estaban acostumbradas a su movilidad reducida y, por ello, no hay nada nuevo bajo el sol? Visibilizar la diversidad es un reto de este ejercicio de reflexión.

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Participantes

María Antonieta Alcalde

Panelista

Enrique Torre Molina

Panelista

Mari Carmen Ramírez Gorostiza

Panelista

Oriana López Uribe

Panelista