Tras la festividad de muertos del conocido Hanal Pixán de Yucatán, llevado a cabo del 31 de octubre al 2 de noviembre, en algunos poblados se realiza un festejo adicional denominado Biix u ochovario que se efectúa ocho días después o al finalizar el mes de noviembre.
Esta fiesta de las octavas es una manera de honrar el recuerdo de los difuntos, pues en algunas regiones de gran tradición maya se cree que los “pixanes” o las almas vienen temporalmente al mundo de los vivos el 31 de octubre y, una semana después, deben regresar al mundo de los muertos. Son ocho días de “permiso” que se les da a las ánimas para estar con sus familiares y es algo solemne.
El primer día (7 de noviembre) está dedicado a los niños y el segundo día (8 de noviembre) a los adultos y las ánimas solas que no tienen familia. En estos días, las familias acostumbran colocar un altar más sencillo relacionado con la comida.
A los niños se les pone p’ich de espelón (tamales elaborados con masa de maíz revuelta con espelones o frijoles tiernos, previamente remojados en agua con sal, envueltos en hojas de plátano y cocidos al vapor o bajo la tierra), píib de espelón (el pib es un pastel de masa de maíz o tamal de gran tamaño que se rellena con diferentes guisos, luego se envuelve en hojas de plátano y se hornea lentamente con leña en la tierra), escabeche, tamales, gallina asada, atole nuevo, chocolate, pan y refrescos embotellados.
A los adultos y ánimas solitarias se les ofrenda con chachakwaj (tamales hechos con chaya picada), p’ich de espelón, píib de gallina, así como relleno negro y blanco, atole nuevo, chocolate, pan y refrescos embotellados. También se les ofrenda con dulce de calabaza, camote, yuca, chinas, mandarinas y otras frutas.
Tanto para los difuntos niños como para los adultos se les ofrece alimentos secos, no caldosos, para que puedan llevárselos. Los difuntos aprovechan la esencia, el calor y la energía de los alimentos, mientras que el bagazo (lo material) de las viandas se comparte con familiares y amigos.
Finalmente, en este ochovario, en las puertas de las casas y en las bardas de piedra se encienden hileras de velas para que las almas vean su camino al venir y al regresar. Las familias permanecen despiertas y cada que las velas se apagan las prenden una y otra vez, hasta que se consumen por completo.
Estás tradiciones mantienen el sentido de comunidad